El Estres Del Ejecutivo Y Sus Percepciones
Autor: Jose Ignacio FernandezMuchos de nuestros clientes de coaching tienen otro problema de creencias. A menudo no pueden imaginarse por qué reaccionan tan sensiblemente a aparentes pequeñeces y no consiguen armonizar esta experiencia de sí mismos con su propia imagen del alto rendimiento. A muchos clientes de coaching hemos de explicarles detalladamente por qué especialmente ellos están predestinados a reaccionar con gran sensibilidad a su entorno. Se obstaculizan nada menos que con cuatro creencias desfavorables para poder valorar correctamente su situación de estrés.
La primera creencia limitadora se formula a menudo así: «Mi trabajo no me puede estresar porque me divierte tanto, porque es tan importante o tan interesante». Esta presunción se ve alimentada por el hecho de que las teorías del estrés distinguen entre estrés positivo y negativo, de lo que muchos han oído o leído. En el estrés negativo la actividad va unida a emociones desagradables como el miedo, mientras que el positivo, por el contrario, se caracteriza por una actividad entusiasta, alegre o incluso eufórica. Durante mucho tiempo se creyó que sólo el estrés negativo dañaba al cuerpo, pero que el positivo no lo hacia. En el Ínterin, la medicina del estrés sabe que ambas formas descargan por igual nuestras pilas. También el estrés positivo ha de regenerarse en toda persona sana. De la regeneración forman parte, aparte del comer y el beber con regularidad, la relajación física y anímica, así como el sueño suficiente. Nosotros mismos estimamos incluso mayor el peligro en caso de sobrecarga de estrés positivo que ante el negativo. La explicación es sencilla: a toda persona le resulta dificil dosificar sensatamente el entusiasmo, el interés o incluso la pasión. En este caso es mucho mayor el peligro de que «los caballos se desboquen» internamente que ante una actividad que resulta aburrida o incluso horrible.
A este primer error se le suma pronto, en las personas de alto rendimiento, una segunda creencia desfavorable: «A la larga, el alto rendimiento curte». «Hace años que duermo, como mucho, cinco horas a la semana, pero ya me he acostumbrado», dicen, por ejemplo, nuestros clientes de coaching. El hombre puede acostumbrarse a muchas cosas, incluso, por ejemplo, a una celda. Pero eso no significa, ni mucho menos, que la costumbre actúe positivamente sobre el cuerpo, el espíritu y el alma. Nuestro cuerpo siempre puede soportar muy bien todo tipo de estrés, siempre que éste pueda degradarse con regularidad, a ser posible diariamente, por regeneración, y pueda retornar a sus funciones equilibradas. Si este repostar se deja de hacer regularmente o resulta demasiado breve, puede descarrilar, como un tren de mercancias, el metabolismo del estrés. Las hormonas del estrés ya no se segregan según la demanda y el motivo, sino que se desvían a una producción permanente desligada de los acontecimientos exteriores. Llegados a este punto, ya no es posible relajarse, sino que uno se siente todo el tiempo como el «conejito de Duracell» interiormente. Esta activación permanente del estrés conduce a que se busquen permanentemente tareas y ocupaciones para descargar en actividad la «alta tensión» interior. Y así se cierra el círculo vicioso del estrés: el cuerpo ya no puede reducir su marcha hasta el funcionamiento normal.
Una tercera creencia problemática reza: «Pero si todo eso puedo recuperarlo en las próximas vacaciones» o incluso «el día que me jubile». El cuerpo humano se compone de material biológico vivo. Cada célula ha de repostar diariamente. Imagínate la situación siguiente: te regalan, para tu cumpleaños, una planta bonita, con la indicación de que necesita un poco de riego cada día. Para tus adentros piensas: «Vaya esfuerzo. Le daré a la planta diez litros de agua una vez al mes que viene a ser lo mismo.» Ante este ejemplo, todos nuestros coachees se sonríen espontáneamente. No deja de ser llamativo que someta mi cuerpo a una estrategia a la que una planta no sobreviviría. Así, o en forma parecida, se manifiesta la mayor parte de la gente al reflexionar sobre esta metáfora.
La cuarta de las creencias irracionales del estrés es la creencia en el sacrificio. Se cree ser premiado automáticamente por el sacrificio de salud o personal; no sólo en forma de dinero, sino también con el éxito y el reconocimiento. Y, puesto que todo es por una buena causa, nuestra creencia inconsciente en el sacrificio conduce a la convicción irracional: «No me pasará nada», o incluso «el fin justifica los medios». Uno se cree, equivocadamente, protegido, o incluso invulnerable, a pesar de que, desde el punto de vista médico del estrés, se está constantemente en la zona de riesgo. Es de riesgo, por ejemplo, la excitación permanente que resulta en muchas personas de alto rendimiento -también y precisamente por el estrés positivo- a lo largo de meses y años.
Por excitación se entiende el nivel de activación general en el sistema nervioso. También se dice, en el habla coloquial, que alguien está bajo «alta tensión». Si esta tensión tiene un nivel medio, equilibrado, sentimos una mezcla agradable entre despiertos y sosegados. Si la excitación es demasiado baja, uno parece depresivo y abúlico. Correspondientemente, la excitación general de una persona puede ser crónicamente baja o demasiado alta. Con una excitación exageradamente alta, una persona aparece «tensa», «como un cohete», o incluso «irritable», lo que en círculos directivos a menudo se confunde con dinámica. Esta excitación parte, por cierto, del sistema límbico, es decir aquella parte del cerebro responsable del nacimiento de nuestras emociones. La excitación respectiva de cada persona decide cómo se asimilan los estímulos y experiencias procedentes del entorno. Imagínate este fenómeno de reacción con el ejemplo siguiente:
Situación 1: Un hombre se pasea como huésped por una casa que le gusta mucho. Observa los cuadros, los muebles, la vista desde las ventanas. De pronto, un gatito cruza junto a sus pies. Tiene un leve susto, pero piensa, con una breve carcajada: «Si no era más que un gato», vuelve a sentirse inmediatamente sosegado y prosigue su ronda.
Situación 2: Pocas horas más tarde, otro hombre también recorre la misma casa. También él observa los cuadros y los muebles. Pero este hombre es un ladrón. Sus nervios están «a punto de desgarrarse», es decir que tiene una excitación bastante alta. De pronto, el gatito vuelve a cruzar junto a sus pies. Pega un grito, lo deja todo, sale corriendo de la casa y va contando que ha visto un tigre gigantesco.
Una excitación alta actúa como una lente de aumento mental sobre los acontecimientos y estímulos de nuestro entorno. Por eso, en nuestros coachings trabajamos, con muchos clientes, en dos niveles. Por una parte enfocamos el acontecimiento o tema en sí, el que lo ha traído a la sesión. Pero además actuamos indirectamente en la elaboración de percepciones cuando resulta que nuestro interlocutor, amenazado por una estructura desfavorable de creencias, está en peligro, una y otra vez, de desarrollar una excitación crónica demasiado alta.
Un sueño suficiente y reparador es, por cierto, uno de los mejores autocoachings contra el nacimiento de una excitación demasiado elevada. Sobre todo el sueño onírico se encarga de que nuestras memorias emocionales se recarguen y de que el sistema límbico se tranquilice de modo agradable. Es cierto que hay ejemplos de personas a las que les basta con dormir muy poco, pero más del noventa por ciento de todas las personas necesitan un promedio de siete a ocho horas de sueño nocturno para regenerarse completamente.
Simplificando, se puede decir que las tres a cuatro primeras horas sirven para la recuperación puramente física, y que sólo las tres a cuatro últimas horas reaniman el alma, porque entonces se llega repetidamente al sueño REM plano con las muchas fases oníricas. Si esta fase se pierde con demasiada frecuencia o resulta demasiado corta, hay como consecuencia una elaboración emocional insuficiente de los acontecimientos diarios y, con ello, una excitación demasiado alta. Si te despiertas a menudo después de tres o cuatro horas y no puedes volver a dormirte, puede ser síntoma de una excitación crónica demasiado alta.
http://www.articuloz.com/psicologia-laboral-articulos/el-estres-del-ejecutivo-y-sus-percepciones-4991284.html
Sobre el AutorDiplomado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Valladolid y Master en Dirección Comercial y Marketing por ESSEM. Ha estudiado diversos cursos de formación comercial y marketing de post grado en el ESIC. Es Master en Comunicación por ESIC y Master Practitioner en PNL. Miembro de la Asociación Española de PNL (AEPNL).
Coach International Coaching Community.
Formación en EFT Nivel I
Formación en Técnicas de Hipnósis
Formación en Hipnosis Ericksoniana
Buscando el equilibrio:
No importa lo dura que pueda ser la experiencia, hay herramientas en la vida que uno puede utilizar con el fin de sobrellevarla de forma efectiva y sana.
1- Estirar
Recuéstese y estire. Respire en cada estiramiento, relaje conscientemente los músculos cuando estén estirados. A menudo el estrés se almacena en nuestros cuerpos y terminamos sintiéndonos tensos. Mediante la apertura de las áreas tensas, estamos ayudando a liberar la tensión y la emoción acumulada. A medida que liberamos la tensión nos iremos sintiendo mucho mejor. El relajamiento a través de estiramientos intensos hace que el cuerpo también se entrene para relajarse cuando lo necesita.
2- Respirar profundamente
La respiración lenta y consciente nos ayuda a ralentizar el proceso de pensamiento y a ser conscientes de la propia respiración. Cuando nos volvemos más conscientes de nuestra respiración, podremos exhalar de forma más efectiva, ya que mucha gente retiene su respiración cuando está ansiosa. Espirar profundamente proporciona una gran sensación de alivio, como si se disipara la carga que llevamos. El yoga enseña a respirar a través de la nariz y la parte posterior de la garganta hasta el estómago. Esto ayuda a disminuir la respiración, generando una sensación de calma.
3- Tensar y relajar
Levante las cejas y abra bien la boca, utilizando todos los músculos de la cara, a continuación relaje. Esto ayuda a relajar una mandíbula apretada o una frente arrugada. Es muy simple, pero tiene un efecto increíble en la mente y en el cuerpo.
Tense todo su cuerpo. Apriete los puños, póngalos en dirección a sus pies, encoja los hombros, y tense las piernas y los brazos. A continuación relaje todo de una vez. Lo ideal es que se realice tumbado. Cuando libere la tensión, quédese tumbado allí por un momento y note la sensación de que la relajación corre por todo su cuerpo.
4- Entrenamiento de inicio
Corra tan fuerte como pueda. Todo afuera. Ahí está su oportunidad para empujar hacia fuera la agresividad durante un minuto o dos. A continuación camine, cálmese de manera consciente, ralentice todo su sistema. Desafíese a sí mismo, dispóngase a disminuir los latidos del corazón. La acción de enorme empuje y gran calma entrenará fisiológicamente a su cuerpo para ser capaz de recuperarse del estrés fácilmente.
A medida que vaya mejorando el entrenamiento de arranque, el tiempo de recuperación será la lección.
5- Caliente su organismo
Frótese las manos enérgicamente hasta que sienta calor. A continuación colóquelas en la cara y disfrute del calor que irradian. Esto hará que se sienta muy cómodo y ayudará a que se calme.
Otra manera de ayudar a mejorar la digestión es dormir con una botella de agua caliente en el estómago. Esto ayudará a desatar los nudos que pueda tener acumulados en su abdomen.
6- Programar el tiempo de preocuparse
Es fácil obsesionarse con los temas que nos ponen ansiosos y también es común ignorarlos simplemente. Ambas respuestas harán al final que aumente la ansiedad. Una buena herramienta para utilizar cuando estemos agobiados con un tema es programarse un horario para pensar en ello, escribir sobre ello, o hablarlo. Cada vez que los pensamientos y sentimientos en torno al problema aparecen de una forma aplastante, recuerde que ahora no es el momento para ocuparse del problema, y que se enfrentará a ello cuando lo tenga programado.
7- Escríbalo
Anote los problemas a mano, a menudo le ayudará a darle más claridad para lo que debe enfrentar. Esta es una herramienta genial si usted se encuentra en medio de la noche preocupándose por cosas que puede ser que no tenga que tratar con ellas. Escriba esas cosas y programe un horario para preocuparse o un momento para manejarlas al día siguiente, de manera que pueda descansar un poco. Recuerde que siempre es más efectivo cuando hemos descansado bien.
8- Sea racional
Anote sus preocupaciones y los posibles resultados. A continuación mírelo de manera honesta y vea si sus expectativas son racionales. Por ejemplo, a menudo la gente cree que no serán capaces de manejar algo, el resultado es lo que ellos temen. Uno puede pensar: "No puedo enfrentarme a ello porque me matará". ¿Es una expectativa racional morir si pasa el peor resultado? Si esto no es una expectativa racional, anote la que sería una expectativa racional.
9- Escuche música clásica
A la música se la conoce por tener un tremendo efecto en nosotros. La música clásica o los cánticos tienen un poder muy fuerte de calmar. Escuchándolos, cuando los tiempos son difíciles puede llegar a tranquilizar.
10- Libérese
A menudo el estrés es elevado porque hay una seria amenaza. Puede ser una amenaza literal de muerte (puede tener cáncer) o puede ser una amenaza de pérdida de reputación, problemas con la autoridad o pérdida de comodidad. Sea lo que sea, aferrarse a algo que puede que estemos obligados a perder sólo lo hará más difícil. Al aceptar las consecuencias, sabiendo que pueden ser difíciles de llevar, podemos ver con más claridad que también hay esperanza al final del túnel. Uno puede encontrar grandes oportunidades frente a la adversidad.